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7 mitos del mundo del vino

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Vino listo para su degustación

Hay tantos mitos en el mundo del vino que nos darían para varios artículos. Pero en esta ocasión te mostramos los 7 más populares.

1.  Los vinos con tapón sintético son malos

Hoy en día los tapones sintéticos son una buena opción para los vinos jóvenes o con poca crianza. Hay que tener en cuenta que son pocos los países productores de corcho y este material es cada vez más escaso y más caro. Tanto los tapones sintéticos como las botellas de rosca tienen la ventaja de que los vinos no son atacados por la enfermedad del corcho o TCA. Eso sí: la rosca resulta inconveniente para los vinos añejos, los cuales necesitan oxigenación.

2.  Las lágrimas en la copa indica su calidad

Cuando agitamos el vino en una copa, éste sube por la pared del cristal y se rompe en lágrimas. Se trata de un fenómeno puramente físico, en el que además influye la temperatura del vino y el tipo de copa.

La única información que indican las ‘lágrimas’ es la cantidad de ácido glicérico o glicerol, grado alcohólico y azúcar que el vino tiene.

3.  Guardar un vino varios años para que mejore

No todos mejoran con el tiempo. Algunos vinos son para beberse jóvenes y otros para conservarse por un tiempo. Depende de si es tinto o blanco, el tipo de uva, la añada y la crianza.

Cada vino tiene su momento óptimo para degustarlo y eso varía. Los tintos jóvenes se guardan hasta 4 años. Pero los blancos y rosados jóvenes es mejor consumirlos como máximo en un segundo año. Los vinos de crianza pueden guardarse hasta 12/13 años y en el caso de los reservas y grandes reservas hasta un máximo de 20 años. Por encima de estas cifras no disfrutaríamos de un vino en su plenitud. Los vinos envejecen como nosotros y van perdiendo facultades y virtudes.

Y por si alguna vez lo has oído, guardar un vino durante años no convierte un crianza en un reserva.

4.  Dejar que el vino respire

Cuántas veces hemos oído en un restaurante “¿Voy abriendo la botella para que se oxigene?” Bien, pues no todos los vinos requieren airearse o decantarse. Sí que es cierto en el caso de tintos contundentes. Para los vinos jóvenes,  no necesitan o mejor no deben airearse.

Y en cualquier caso, el abrir la botella no hace que el vino se oxigene; es necesario verter el vino en la copa y agitar suavemente o utilizar un decantador que permite una oxigenación perfecta, homogénea y tranquila.

5.  El  blanco para pescado y el tinto para carnes

Este es otro falso dicho, que durante muchos años fue el mantra del vino. Generalizando, el vino tinto combina mejor con platos más fuertes y el blanco con los suaves. Pero la armonía depende de la estructura, grado de alcohol, acidez, y taninos. El secreto del maridaje es que el vino y la comida se potencien mutuamente. Cuando elegimos un vino hay que pensar en que lo ideal es “comida ligera-vino ligero, comida más pesada-vinos más potentes” independientemente de su color. El vino y la comida tienen, deben, ir de la mano para disfrutarlos en paralelo. Un vino mal elegido puede arruinar una buena comida.

6.  El vino tinto se sirve a temperatura ambiente

Pues depende. Porque si el ambiente está a 30º, no es la temperatura ideal. Es una frase que también se ha dicho tradicionalmente. Y es que antiguamente, la calefacción en las casas eran primitivas y la temperatura que se alcanzaba era mucho menor de la que disfrutamos ahora.

Te mostramos una tabla con indicaciones según el tipo de vino:

Blancos frescos: entre 7° y 9° C.
Blancos con crianza: entre 9° y 10°.
Rosados jóvenes:  entre 11º y 12º.
Tinto jóvenes: entre 12° y 13°.
Tintos crianzas: entre 14° y 15°.
Reservas y grandes reservas: entre 17° y 18°.

7. Los vinos caros son los mejores

No siempre. El precio del vino se fija teniendo en cuenta el método de elaboración, la producción, cantidad y calidad. Y además influyen factores externos como el público (‘target’) al que se quiere dirigir, su posicionamiento en el mercado o si el enólogo o la bodega son de prestigio.

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